Por fin acaba de inaugurarse la tan prometida Biblioteca
Pública de Sanlúcar, situada en el edificio histórico del antiguo
Ayuntamiento (1731). A pesar de la buena concepción del proyecto ejecutado,
respecto a distribución de espacios e iluminación, el Aula Gerión quiere
puntualizar ciertos aspectos negativos que ha observado en esta
rehabilitación.
Para empezar, en el exterior del edificio han desaparecido
las dos antiguas farolas de gas que flanqueaban la entrada principal, las
cuales presentaban el valor de ser los únicos testigos que quedaban de la
iluminación por gas que tuvo Sanlúcar. ¿Dónde están estas farolas que
formaban parte del mobiliario urbano de la ciudad?. Por otra parte, en la
fachada posterior llama la atención la desaparición del friso decorativo
superior realizado en piedra, que ha sido sustituido por una falsa copia en
piedra artificial.
Asimismo son de un mal gusto disonante las dos rejas que
cierran las ventanas bajas. ¿A quien se le ha ocurrido tal horterada?. Por
cierto, resulta muy extraño que el acceso a esta nueva Biblioteca se haya
colocado por la puerta falsa, puesto que cualquier edificio oficial debe
tener su entrada por la portada principal, aunque se sitúe un videoportero
electrónico para facilitar el paso de minusválidos por esta puerta
accesoria. Todo parece indicar que el espacio principal del edificio ha
quedado reservado para uso protocolario y zona VIP, cuando el lector en una
Biblioteca es el máximo protagonista. ¡Qué derroche espacial, cuando además
no ha quedado sitio ni para guardar el fondo de libros históricos!
En el interior, han desparecido los escudos que estaban
pintados en la bóveda del anterior Salón de Plenos, hoy sala de
conferencias, cuya nueva pintura del zócalo, en tonalidad oscurísima, ha
reducido visualmente el espacio. Estos escudos tenían el valor de ser una
representación simbólica de los sucesivos regímenes políticos españoles.
Además, en la más estrecha escalera se echa de menos los grandes planos de
Sanlúcar y la placa conmemorativa del submarino “El Tritón” (1960), allí
existentes antes de la restauración. Asimismo, parece que ha faltado mármol
para el primer peldaño de esta escalera, puesto que éste no hace juego con
el resto, resultando un buen “pegote”.
Por último, es sorprendente la
variedad columnaria que se observa en el recuperado patio, ya que estas
columnas de mármol presentan muy diversas anchuras de fustes y distintas
texturas, veteados y tonalidades, que parecen indicar diferentes
cronologías. Ante esta rareza, el Aula Gerión se pregunta ¿este conjunto de
columnas es fruto de un acarreo original o actual?
Finalmente, Gerión espera que esta esplendorosa biblioteca sea
atendida por personal especializado y no por el numeroso séquito, que
últimamente ha sido contratado “a dedo” y que llenan las oficinas
municipales de forma ociosa. Es decir, sin haber pasado por ningún tipo de
selección conforme al procedimiento administrativo.