Aula Gerión

Asociación para la defensa del Patrimonio Histórico - Sanlúcar de Barrameda (Cádiz)

 

 

SE ROMPE LA CORNISA VERDE DE LA BARRANCA AL DESTRUIRSE UN JARDÍN HISTÓRICO  

                                                    

                                                   

                                                            Comunicado de Prensa 11/05/2003


 

 

Con el nombre de “Casa grande” denominaron los duques de Montpensier a esta finca cuando la adquirieron, la cual abría por la cuesta de Ganado o Chorrillo y daba también a las calles Baños y Almonte, en la que actualmente tiene su fachada principal. Hoy, la casa pertenece a la familia Sainz de Rozas Benítez, pero los jardines altos y bajos, cerca de cuatro mil metros cuadrados, ya han sido segregados por la Cuesta de Ganado, donde se están levantando bloques de pisos. Tanto la casa como el jardín se encuentran protegidos en el catálogo del PGOU de 1997 con el nivel de protección global (B-86), si bien en este documento ya se preveía una zona del jardín para próximas construcciones. Es decir, que ya en 1997 la Gerencia Municipal de Urbanismo y los constructores “lo tenían claro”. No se entiende cómo el Ayuntamiento ha permitido destruir este importante jardín, interrumpiendo así la continuidad ecológica e histórica de la barranca sanluqueña.

 

Era una hermosura recorrer a pie de barranca o con la vista esa espesa cornisa verde que separaba el Barrio Alto del Bajo: desde el Pino Verde, Capuchinos, Huerta Grande y zonas aledañas, pasando por los jardines de esta casa de la calle de Almonte, los del palacio Municipal y palacio Ducal, los de la marquesa del Pedroso, y así hasta llegar a la Casa Roja del carril de los Ángeles -hoy recuperándose gracias al buen criterio de su actual dueño-, para prolongarse finalmente en los jardines de las Pastoras, San Diego y El Picacho.

 

Este gran manchón verde, estructurado casi en terrazas de diferentes alturas, se hallaba cruzado por antiguos arroyuelos y manantiales subterráneos, quedando salpicado por huertas separadas con cañaverales. Ya es un paisaje de cuentos que el “progreso”, derivado del neoliberalismo económico (“dejar hacer, pasar por alto”), nos va arrancando poco a poco. Ahora le ha tocado al jardín de Almonte y cuesta de Ganado. Mañana...

 

Desde este fantástico jardín asoman a la calle y cuesta de Almonte el jazmín morisco o casuarina, la parra virgen, acacia blanca, bouganvilla roja y morada, bignonia rica soleana con flores rosas e hipomea con flor azul...

 

En 1853 Montpensier pidió permiso al Ayuntamiento para construir un voladizo que uniera el jardín del Palacio, aún en construcción, con su casa de la calle Almonte. Todavía se aprecian los pies del puentecillo que, trazado de muro a muro, conectaba ambas casas y la escalerilla que ascendía hasta él. Seis años después, el Duque vuelve a pedir autorización al Ayuntamiento para reparar y pintar esta casa (cuesta Ganado o Chorrillo, 96). Cuando los Montpensier venden la casa, en 1871, a Félix Araiz Sánchez, ésta medía 874 m2, su fachada miraba al sur y a la derecha se abría hacia la calle de Almonte. Probablemente la casa actual no fuera aquella “casa grande”, o bien se transformara posteriormente, en el último tercio del siglo XIX, ya que el estilo del edificio sugiere como autor al arquitecto Baldomero Botella, quien actuó como arquitecto de los Montpensier y como municipal entre 1874 y 1882, caracterizándose sus obras por las líneas academicistas.

 

De Araiz la propiedad pasó a José M. Arocha y éste, por deudas, tiene que adjudicársela a Francisco Rubio Contrera y Antonio Ramos Macea en 1897. La descripción registral de la finca dice: consta de planta baja, principal y mirador, conteniendo la baja zaguán, antesala, escalera, sala con alcobas, cuarto grande, patio al que comunican cinco habitaciones, cocina con aljibe, dos despensas y paso a un corral ya hoy jardín alto y bajo, con depósito de aguas derivadas por medio de un molino de viento de la casa número 33 de la calle Gutiérrez Agüera [Ganado]; la planta principal se distribuye en antesala, sala con dos alcobas, comedor... dos habitaciones; azotea, cocina con aljibe y cuarto con escalera que conduce al mirado. Esta finca es conocida con el nombre de Miramar.

 

En la propiedad se suceden Guillermo Salmón y Adolfo Gutiérrez Agüera Bayo (1898), quien la vende, entre 1914-18, junto a otras siete fincas, al más al rico labrador sevillano José Benítez Mata, habiéndola disfrutado su mujer, Ana Gibaja Abela, y sus sucesores hasta hace muy poco tiempo.

 

 


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