Aula Gerión

Asociación para la defensa del Patrimonio Histórico - Sanlúcar de Barrameda (Cádiz)

 

 

 

VIII Premios Conservación del Patrimonio Histórico

 

Presentación

 

 

 

 

El patrimonio inmaterial

 

                                                                                                                              Paco Pérez Valencia*

 

Valientes asociados del Aula Gerión, distinguidos premiados, amigos todos.

 

Este es el comienzo de mis días:

Todas las mañanas, pasadas las 7, tomo café con un grupo de hombres maduros (en años, en vida) en el Café Pozo, en la plaza de Abastos.

Yo le llamo el café de los viejos, porque son unos extraordinarios fabuladores, excelentes contadores de historias que transforman en relato los más insignificantes acontecimientos del momento:

el FMI, Esperanza Aguirre, los bonos europeos, la situación en el mundo,… cada conversación se vive con pasión, con fortaleza, a veces con desesperanza, pero siempre con sentimientos y así, la mañana se me abre como un regalo, porque siempre me recuerdan que hoy será un gran día de todas formas, que el día de hoy ya no volverá a amanecer jamás, que la vida me está esperando como un nuevo desafío, como si fuera mi único día por vivir.

Así empiezo, todas las mañanas de mi mundo, y salgo a la calle con ilusión, con entusiasmo y con ojos de gratitud.

 

Sí, debo dar las gracias, soy un hombre al que le gusta dar las gracias.

He decidido empezar con un breve back-story, como las películas americanas, para introduciros en la historia que vengo a contar, pero no he olvidado este gesto al que me siento obligado: el dar las gracias.

Quiero agradecer al Aula Gerión (ese grupo de Centauros del desierto, infatigable, obstinado, justo… que persigue proyectos que harían abandonar a muchos, pero allí siguen, con la fidelidad de los que creen), como digo, agradecerles a todos y cada uno de los que pertenecen a ésta, la posibilidad que me ofrece, el privilegio de hablar a este público.

Gracias. Siempre he creído que todo interlocutor con quien comunico es un líder de opinión, porque la influencia de éste sobre otros puede ser infinita; una sola palabra puede provocar en su receptor toda una historia de amor y esto me parece fascinante porque forma parte de la magia de la vida. Hoy, siento este privilegio con mayor responsabilidad por estar ante gente a la que quiero y a las que pertenezco como conciudadano (y, me gustaría pensar, también como hermano).

Gracias a quien se ha ofrecido a hacer mi presentación, Lola Moreno, osada amiga, porque sus palabras destilan el afecto y valor que me profesa y que ahora debo ser deudor de las mismas.

Gracias a los premiados por esa vocación de hacer más habitable el mundo.

Espero que hoy pueda ser un día único, porque ¿y si lo que en este preciso momento pudiera decir sea capaz de provocar un shock, una reacción atómica en alguno de vosotros, en uno solo de vosotros? ¿No sería maravilloso?  Porque quien cambia un corazón, cambia el mundo entero.

  

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El patrimonio inmaterial

 

Una ciudad no son sus casas, ni sus calles; no es su ubicación geográfica, ni su pertenencia a una historia; son sus personas. Una ciudad no es un cadáver lleno de mundo, sino un ser vivo, orgánico, que crece y se desarrolla con nosotros. Éste es su patrimonio inmaterial.

Solemos olvidar que nada tiene sentido para nosotros si no es en beneficio de nuestra propia felicidad y que todo lo que no nos lleve a ella, debemos cambiarlo o transformarlo. A estas alturas de la historia de la Humanidad, el hombre ya debería saber cómo hacer felices a los demás. Hemos avanzado enormemente en la ciencia, en las artes, en el conocimiento, pero también en la destrucción, en la insolidaridad, en los miedos… El hombre necesita al hombre, necesita de su contradicción, de su sombra; el hombre aspira a ser dueño de las cosas y olvida que lo somos también del cielo, precisamente porque mucho de éste está aquí, en la tierra.

Esta ciudad, nuestra ciudad, Sanlúcar de Barrameda, está maravillosamente dotada para nuestra felicidad, lo sé porque he tenido la oportunidad de viajar constantemente y, sintiéndome esencialmente ciudadano del mundo, entre iguales, la sola idea de tener sangre sanluqueña, ya saben, (los más adultos) algo de palo cortado y amontillado, y en mi caso, además, mi madre se empeñó en fomentar mi sanluqueñismo, dotándome de grandes ingestas de acedías de Sanlúcar, que mi abuela Dolores, le entregaba cada semana porque decía que estábamos muy lejos y que vivíamos entonces casi en el extranjero, en Sevilla, todo esto me hace morir de nostalgia cada vez que estoy fuera. Pero sin duda, puedo afirmar que ser sanluqueño es estar unido al mundo.

El mundo. Algo de todo, de todas partes, se encuentra aquí, porque ésta es su identidad: Sanlúcar de Barrameda, es una ciudad abierta.

Las grandes historias que se generan en este microcosmos surgen de un modo connatural, en ese cuerpo vivo que son sus gentes y su patrimonio, por eso esta ciudad tiene que ser cuidada, respetada y amada, porque nos lo debemos a nosotros mismos.

Esta ciudad necesita de nuestro entusiasmo. Sí, es difícil hoy hablar de tener ganas de vivir, pero debemos pelear por ello. Es una lucha maravillosa. Porque esta ciudad permanecerá para nuestros hijos cuando nos hayamos ido y ésta ya es un espléndida excusa para hacerla cada día más grande, más bella, más cierta.

La mejor forma de hacerlo es con mayor convicción por la vida. Tener un proyecto de ciudad y hacerlo nuestro. Este es un momento complejo, duro para muchos, pero posiblemente sea el más estimulante de la historia de la humanidad porque nos reclama lo mejor de cada uno. De esta difícil situación que tratan de resolver los líderes políticos saldremos, finalmente, por las palabras, los sueños y los anhelos personales, no por los números. Lo conseguiremos aunando ilusiones, para lo que habrá que aumentar los niveles de educación, investigación y desarrollo para asumir el porvenir con esperanza y preparación, considerando que el principal activo ya está en el hombre, en su inteligencia, en su sabiduría y en su formación.

Los valores de este nuevo reto se están construyendo en este instante, por personas que creen en la vida, que persiguen metas difíciles, por sus hijos, sus bienes más sagrados.  En esta ciudad necesitamos ideas, las de todos, jóvenes indignados y aquellos que pueden aportarnos el valor de la experiencia; una ciudad entera haciendo de I+D+i (investigación, desarrollo e innovación) en beneficio de sí misma.

Cada uno de nosotros debe soñar y plantearse qué ciudad quiere. Esto reclama responsabilidad y valentía, no en manos de otros, sino en la de todos. Este ejercicio de conciencia debe propiciarse como un debate permanentemente abierto, porque la ciudad sigue su propio curso, mantiene su pulso, vivo, constante, como el río que la adormece en cada marea y la ciudad nos reclama su tutelaje.

El hombre necesita de ese valor único que lo hace distinto a todo lo demás existente en la Naturaleza y que no es otro que la Cultura; sabe que la Cultura hace libre y obstinados a cada uno de nosotros, nos hace vivir con lucidez, crítica y posicionamiento. Así se construye la ciudadanía. Nos hace personas capaces cuando esa Cultura está construida desde la honestidad y la constancia.

La Cultura que se edifica desde la pasión, desde la verdad, no necesita de instrumentos para vivir. Existe porque el hombre así lo quiere. Las personas miran a esa Cultura como el marco para su crecimiento y el artista, creador, intelectual o maestro sobrevive desde la ilusión de querer transformar un mundo vacío.

Todo el esfuerzo que supone la responsabilidad de crear, mantener y difundir el Patrimonio está justificado por el legado que daremos a las generaciones futuras y, también por el tejido de voluntad y humanidad que creamos en la actualidad. No es sólo el bien material, eso que llamamos obra de arte o patrimonial, sino todo lo que supone esa parte intangible y espiritual de nuestra esencia, de lo que somos, de lo que fuimos.

Así mismo, la búsqueda de la verdad, la capacidad de expresarnos libre y críticamente ha de ser sagrada, la lucha por nuestro compromiso, más allá del silencio de la soledad o de las prebendas del poder, tiene que ser la luz que nos guíe en este viaje iniciático. Necesitamos mentes críticas, necesitamos mentes libres, como la de los niños, libres de prejuicios, inverosímiles, fugaces, auténticas. Hacen falta más locos en este país. Necesitamos que este pueblo sea capaz de recordarse que puede hacer casi cualquier cosa, cada uno de nosotros somos capitanes de nuestro destino, porque nos hemos regalado el placer de resistir. La Cultura sigue siendo la mejor forma de edificar nuestro entorno, de permitirnos ser mejores, de hacernos crecer. Un pueblo culto es un pueblo libre, exigente, enamorado de la vida.

En Sanlúcar de Barrameda debemos asumir el presente y el futuro con ilusión y calidad, mediante la crítica, el debate, la experimentación y la construcción de modos alternativos de acción, sin miedo a equivocarnos; debemos creer en el sector empresarial como generador de riqueza y de empleo, ofreciéndole espacios creativos para ampliar las ideas, asumir la excelencia como valor fundamental en las relaciones entre todos para crecer como personas y cuidar nuestro entorno como a una madre que ya es mayor y necesita el aliento de sus hijos; en definitiva, debemos recuperar la confianza, mirar a las personas como individuos, más allá de lo que hacen o cómo lo hacen, para fomentar en ellas el talento, la solidaridad, la tecnología, la creatividad y la emoción. En esta ciudad hacemos falta todos.

En este escenario, permítanme la licencia de brindar algunas líneas de trabajo :

 

1º- Crear un Plan Local de Patrimonio Histórico e Inmaterial

Un plan capaz de recoger y almacenar nuestro presente, mirando atrás para construir el mañana, donde edificaciones, arte, artesanía, voces y sonidos, gastronomía y todo tipo de cultura, tenga un lugar para el reencuentro.

Para ello es prioritario hacer de los usuarios de este patrimonio, auténticos protagonistas, no meros contempladores, ideando recursos, aportando proyectos diferentes, buscando procedimientos para romper con la falta de argumentos por asumir la responsabilidad ante la vida, lo que nos permite soñar con un mundo más humano. Es importante dar valor, porque todo hecho patrimonial debe pervivir, ya que es la constatación de lo que hemos sido, de cómo fue nuestro entorno, como si fuera un sismógrafo. Es nuestro deber ayudar a conservar. El patrimonio artístico es nuestro ADN espiritual (y también emocional), nos pertenece a todos y, aunque sea experimentado desde posiciones personales, como conjunto es un valor colectivo. Este legado multiplica nuestros estímulos, nos ofrece perspectivas y nos motiva para ser mejores. Este deber nos convierte a todos nosotros en los garantes del legado a otras generaciones.

 

2º- Diseñar y poner en marcha un Plan estratégico de inversiones y patrocino privado

El dinero hace falta y cada vez cuesta más encontrarlo; por eso hay que racionalizar estos recursos hacia proyectos globales, destinados a todos. Es necesaria la descentralización de los recursos dirigiendo el campo de acción hacia todas las direcciones posibles. La planificación de un proyecto amplio y específico de control debe estar prefijado como si se tratase de un guión de cine, no estar sujeto a la improvisación. Por ello, sería oportuno elaborar un Plan Estratégico destinado a las inversiones, así como al fomento y la búsqueda de patrocinio privado, que sea puesto en consenso para su análisis y posterior ejecución, en donde se destaquen las prioridades, los objetivos y las líneas de acción.

Aquí, la administración pública puede fomentar el escenario adecuado, desde la asignación al Patrimonio de ayuntamientos del 1 % de los Presupuestos Generales del Estado, partida contemplada desde hace años en los mismos, hasta la permuta de impuestos locales para empresas y particulares que brindan su esfuerzo en crear y cuidar de un patrimonio colectivo.

 

3º- Crear un Plan didáctico integral

Este esfuerzo se tiene que enseñar a todos. Un esquema como éste obliga a salir del escenario institucional, con fórmulas de formación en colegios e institutos de nuestra ciudad, así como en universidades de la Comunidad. Las líneas de trabajo deben orientarse hacia posiciones laterales y, por qué no, comprometidas con nuestro tiempo.

Las acciones específicas orientadas a la Educación deben tener en cuenta las extraordinarias posibilidades para desarrollar ideas que nos enriquezcan, que nos hagan más sensibles ante los retos del hombre actual. Con propuestas que redimensionen el escenario académico con un mayor compromiso social. La Educación, la Cultura, el Arte, no pueden ser ajenos a cuanto ocurre a nuestro alrededor.

 

4º- Fomentar Un mayor compromiso social y personal

Para los que creemos en el poder redentor de la Cultura, su conservación y difusión es un reto de estimulación, la de convertirnos en un centro de actuación de sensaciones, de nuevas ideas y valores sociales. El Arte y el Patrimonio deben ser lugares imprevisibles. Si los esquemas de representación cambian, las actitudes de los espectadores y usuarios también lo hacen. Si los temas de debate pueden generar un posicionamiento, debemos trabajar en una línea de compromiso con la vida. Este proyecto debe destinar el mayor esfuerzo posible al hombre contemporáneo, con programas de apoyo y difusión a través de la cultura artística, llegando hasta donde otros no llegan, con programas de responsabilidad social. En esta línea, las relaciones con otros sectores de la sociedad deben ser valorados y activados. La solidaridad debe ser un ingrediente fundamental en el hecho patrimonial.

En todo cuanto aquí defendemos, es necesario crear un compromiso de acción en los valores humanos y sociales. Sueños que bien podrían contribuir a una extraordinaria colección de ideas o un banco de ideas hecho por los ciudadanos y para los ciudadanos.

 

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Una vida. Muchos mundos que la habitan. Necesitamos abrirnos, necesitamos confiar en el otro, hablar y que se nos escuche. El hombre rebelde posee una fuerza que lo hace indomable: el amor por una causa que siente como adherida a su ser, la causa del Bien, la misma que debe recordarnos que nos debemos a los demás, porque nos debemos a nosotros mismos y Sanlúcar de Barrameda es una muy buena causa. La sociedad del presente está pidiendo reescribir su futuro, como responsables de su destino, sin miedo al fracaso, con entusiasmo y desesperación.

 

¿Qué buscamos con todo esto?

¡¿Qué buscas?! 

Respeto, y este se consigue ofreciendo a los demás lo mejor de ti, lo que puedas dar, sea lo que sea, porque sabes hacerlo. Hay muchos que te necesitan y a cambio, recibirás algo que es difícil de encontrar hoy: el placer sin contrapartida de sentirte bien. Esto es invertir en la gran familia humana.

El hombre es un ser acomodado; espera y espera hasta que ya no puede más y entonces es capaz de lo más increíble. Tenemos una oportunidad maravillosa, estamos preparados, podemos actuar con capacidad. No esperemos. Todo lo que nos oprime, lo que nos une en nuestra ciudad: economía, educación, valores humanos, arte, conflictos, la globalidad, lo local, las leyes… tienen una razón por sí mismos si es para hacer de nuestra vida un mundo mejor, en sintonía con nuestros valores, porque si no nos hacen felices, merecen que los reinventemos.

A todos. Os necesitamos. Cada uno de nosotros debe invertir en esta gran ciudad.  Hacemos falta todos en este momento.

Se precisa valor y liderar con el ejemplo, soñar ideas, las ideas necesitan secreto y también su tiempo, ideas originales que tengan valor para quienes nos necesitan. Llamo a todos los intelectuales, vividores, soñadores, artistas silenciosos, políticos de barro y carne, humoristas, sanadores, enamoradores, Cyranos de Bergerac, abuelos contadores de historias, educadores llenos de deshoras, a aquéllos que siguen siendo niños a pesar de fueron educados para ser adultos serios, a todos que sienten ternura con una palabra o que sonríen con la risa de otro. Vivimos este tiempo, el más estimulante de la historia de la Tierra, con capacidad para transformarlo, no dejemos que nadie se abata, que no nos dobleguen. Hoy, precisamente hoy, ha de ser el mejor de nuestros días.

A ti, constructor de sueños, poeta del mundo imaginario, artesano en el Barrio Marinero, contador de cuentos, de historias imposibles, cronista de espíritus, alentador de insurrecciones, guerrillero nihilista, bueno, sí, de una causa, una sola causa, la del placer, canalla de los barrios periféricos, superviviente de aquella época en que la Cultura importaba en esta ciudad, embaucador de ilusiones, aquéllas que nos hacen cambiar el mundo, cantautor de esas historias que enamoraban a cualquiera que las escuchase, trapecista en la barranca del Bario Alto, sin red, devoto de causas imposibles, truhán de mil y una trampas, joven apasionado en las noches de Plaza del Cabildo, viejo cansado de la Plaza de Arriba, pero siempre lleno de vida, palabra, voz, poema y canción, marino de Bajo de Guía, patrón de barco en la tormenta perfecta, allí donde nace el samaruco, aurorista convencido, inventor de las sonrisas más bellas, hablador incansable, pensador permanente, incluso cuando todos duermen, perfumista de un mundo aplicado con flor de galanes de noche y esencia pura de jazmín del Gran Cinema, en aquellas noches sutiles con el viento suave, suave como la luz verde de un río imparable.

A ti, feliz por ser como eres, desde la ciudad más bonita del mundo. Ayúdanos a soñar esta ciudad, por los que están, por los que vendrán.

 

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Gracias al poder que otorga la imaginación, al hablar de cosas ordinarias y normales con tanta intensidad, finalmente llego a dotarle en esos comienzos de mis días a los que aludí al principio de mi intervención, de nuevos y agradecidos sentidos.

Aquellos viejos del Café Pozo -como yo les llamo con el mayor de mis afectos- auspiciado hace ya algunos años por nuestro querido Federico Pozo y presidido hoy por el Maestro Secundino; con Juan Gómez al que llaman Quinito; Eduardo Pozo; los hermanos Domingo y Mané, los del Barato; Mariano Galán; Pepe Gómez; Manolo Rangel el de Los Corrales y al que hace ya algún tiempo nos sumamos una generación más joven, con Pepe Pozo, hijo de Federico; Pepe Pozo, hijo de Luis, y yo mismo. Así como todos los excelentes camareros del café Pozo, también participantes de las tertulias y debates, Juan; Andrés; el Kuki y Antonio. Ellos, todos ellos, suponen un valor innegable de este Patrimonio Inmaterial.

Entre todos esos viejos a los que aludía al comienzo, a esos maravillosos contadores de historias en los comienzos de mis días, he dejado fuera a una persona muy especial para mí, un maestro de obra, Sebastián Rivero, con el que regreso cada día de vuelta de ese primer café, que me habla, durante el instante que dura nuestro camino compartido, de mi pueblo, de su historia, de sus casas, de sus detalles arquitectónicos, de su gente, de palabras desconocidas para mí, pero genuinamente  sanluqueñas, y lo hace de un modo que me enorgullece.

Un día, Sebastián se paró en seco, en la calle Carmen Viejo, y me dijo cerrando un círculo imaginario en el espacio: Paco, este espacio que ahora ocupas lo ocupó un día tu abuelo, estas paredes las tocó él y esa puerta, que aún permanece, también…

Desde ese día, yo lo toco todo, lo miro todo, siento, vivo las calles de mi ciudad con un valor añadido incalculable, porque fueron las mismas a las que pertenecieron los que me precedieron.

 

Soy sanluqueño, hijo de Esperanza y Paco, Esperancita Valencia y Francisco Pérez el de la Caja de Ahorros (como aquí les conocen).

Soy nieto y padre de sanluqueños.

Esta es la ciudad que me ha dado la vida y mis sueños, la ciudad desde la que contemplé el mundo por primera vez, donde conocí el amor, mi único amor; toda una ciudad entera que habita en mí y que trato de cuidar como a un ser vivo que me necesita, siendo mi vida.

 

Gracias a los que lucháis desde la soledad para que mi hijo conozca y sienta también este amor.

Muchas gracias amigos míos.

 

 

En Sanlúcar de Barrameda, a 30 de junio de 2012

 

* Paco Pérez Valencia (Sanlúcar de Barrameda, 1969) es CEO de La Universidad Emocional, creativo, museógrafo, escritor y gestor cultural.

En la actualidad es Presidente y Consejero Delegado de La Universidad Emocional, cuya entidad se constituye en  2010, cuando Paco crea el Instituto Internacional de Investigación, Estudios Técnicos y Emocionales, SL., un proyecto de innovación en la gestión empresarial denominado La Universidad Emocional, donde las emociones son exploradas para hacer más felices a los demás y en el que la innovación es mucho más que el I+D, naciendo de la contaminación entre disciplinas ajenas, con una participación destacada de la cultura y la creación artística.

Artista y museógrafo, Pérez Valencia es especialista en lenguajes artísticos contemporáneos y un destacado innovador de la práctica expositiva de nuestro país. Doctor por la Universidad de Sevilla, también imparte clases regularmente en diversas Universidades de España y Latinoamérica, dentro del ámbito de la Museografía Creativa y Experimental.

Ha sido durante diecisiete años Director-Conservador de la Colección Cajasol, perteneciente al Monte de Piedad y Caja de Ahorros San Fernando de Huelva, Jerez y Sevilla. Fue responsable de la creación, diseño museográfico, desarrollo programático y Dirección de Espacio ESCALA, Centro de Arte y sede de la Colección CAJASOL. 

Como museógrafo ha diseñado más de setenta  exposiciones y planes museográficos de colecciones, entre los que destaca la muestra Iceberg Tropical de Luis Gordillo, en el MNCARS en el año 2007, siendo la exposición más valorada del año por la crítica especializada.  En este ámbito, Paco es miembro del Instituto de Arte Contemporáneo (IAC), formando parte de la Comisión de Patrimonio.

En la actualidad, Pérez Valencia es co-director del posgrado El espacio expositivo, en el CCCB (Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona). También ha sido director del Master Espacio Expositivo y Museografía creativa, impartido en la Fundación Cajasol, Sevilla, ambos con titulación propia de la UPC (Universidad Politécnica de Cataluña), School of Professional & Executive Development. Asimismo, ha ejercido como profesor en el Master Diseño de Interiores de la Universidad Politécnica de Cataluña, en la Escuela de Arquitectura del Vallés (Sant Xugat del Vallés, Cataluña, España). Y ha impartido clases como profesor en la disciplina de Museografía y Espacio Expositivo en la Escola Massana de Barcelona (Massana Permanent)  y en el Instituto Superior de Arte (IART), de Madrid.

Por otra parte, Pérez Valencia ha publicado diversos ensayos y textos sobre museografía, como La insurrección expositiva (2007) y Tener un buen Plan (2010), manual crítico sobre los planes museológicos de las colecciones; La Exposición Autoportante, coordinado con Arnaldo Basadonna. En el mes de septiembre aparecerá en el mercado su Manual de la exposición sensitiva.

Su labor como gestor cultural se ha desarrollado paralelamente a la creativa. Desde 1991, año de su primera muestra individual, ha realizado numerosas exposiciones, individuales y colectivas, tanto en galerías nacionales como internacionales. Asimismo, ha colaborado con el arquitecto Guillermo Vázquez Consuegra en el uso de color en los proyectos Puerto de Ayamonte, Museo del Mar y la Navegación de Génova, Palacio de Justicia de Ciudad Real, Rehabilitación del Palacio de San Telmo de Sevilla, Ampliación de FIBES, el Palacio de Exposiciones y Congresos de Sevilla, y Viviendas sociales en Rota, obteniendo ésta última el Premio Europeo de Viviendas Sociales). Además, ha sido coautor del Plan Museográfico del Museo Arqueológico de Sevilla.

 

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Texto leído en la Presentación del acto de entrega de los VIII Premios a la Conservación del Patrimonio Histórico concedidos por Aula Gerión.

 

 

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